
La pequeña Roja concibe el fútbol de sus mayores y deja a sus rivales sin balón ni argumentos. Tras las dudas del inicio ante Inglaterra y la confirmación de su excelencia contra la Repúlica Checa, la selección de Luis Milla despachó a Ucrania segura de sí misma y creyente del fútbol grande, es decir, aquel que engloba posesión de la pelota, talento, alta definición, compromiso colectivo y sacrificio.
Bajo premisas de tanta excelencia se explica que Ucrania, que necesitaba ganar sí o sí para alcanzar las semifinales del torneo, ejecutara su primer disparo a portería, concretamente a las manos de David de Gea, a los 37 minutos, cuando iba perdiendo por 2-0 sin haber tocado el balón más que de forma insustancial.
Carácter, velocidad y talento
La arrancada de España fue de carácter. Incordió arriba, se llevó la pelota, controló la situación con un espléndido Javi Martínez y se puso a jugar con futbolistas de alta gama como Ander Herrera, primero y Thiago Alcántara después. Tras un inicio protagonizado por Iker Muniain, receptor de numerosos pases en su zona de influencia de interior izquierdo, el balón comenzó a moverse con rapidez para aumentar la participación de los españolitos.
El primer gol fue afortunado, pues el desplazamiento largo de Herrera al área, con sólo 10 minutos consumidos, encontró a Juan Mata al resbalarse el central Krivtsov. Pero el valencianista no dejó pasar la oportunidad de enseñar sus habilidades, primero con un control de balón definitivo y después con el ejercicio de su zurda en el disparo frente al portero ucraniano.
Con la ventaja en el marcador comenzó el recital de Thiago. Duró hasta el descanso. Para qué más. Conducciones y pases de media y larga distancia, precisos y preciosos, rompieron los esquemas de Ucrania, demasiado simple para comprenderlos. Adrián López no supo resolver el primer envío, pero a los 27 minutos remató con algo de acrobacia y mucho acierto el centro de Montoya, a quien el hijo de Mazinho había situado con ventaja y balón al lado derecho del ataque español.
Ucrania lo pasaba tan mal que su seleccionador probó presuntas soluciones en el banquillo poco después del 2-0 y sin esperar a la pausa reglamentaria. La entrada de Golodyuk en lugar de Biliy incentivó la presión ofensiva sobre la defensa de España y provocó que Ucrania encontrara de vez en cuando algún balón, como el que centró el lateral derecho Butko al corazón del área pequeña española, que no halló rematador.
Se suponía que tras el descanso España movería el banquillo para salvaguardar a sus jugadores apercibidos de sanción, pero Luis Milla se arriesgó a que Thiago, Javi Martínez o Adrián vieran una tarjeta que los habría privado de la semifinal. Tampoco en este apartado hubo malas noticias. El seleccionador español esperó hasta que Mata, de penalti clarísimo sobre él mismo, compusiera el 3-0 desde los 11 metros. Aunque, con mayor precisión, las rotaciones empezaron tras el fallo de Konoplyanka en otro lanzamiento de penalti. David de Gea, que lo había cometido sin necesidad, enmendó la plana con una parada más para su memorándum internacional.
http://www.elmundo.es/elmundodeporte/2011/06/19/futbol/1308508090.html
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