Encantado con la vida londinense, con su globalización y música, con su actividad social y cultural, Juan Mata (Burgos; 1988) ha encajado en el Chelsea de buenas a primeras. Tanto le dio que estuviera Villas-Boas, que sobre todo lo usó de extremo, como Di Matteo, que no dudo en colocarle de engarce con la delantera. Por dentro o por fuera, el futbolista ha dado un rendimiento óptimo, con 12 goles y 13 asistencias, titular indiscutible en un equipo de estrellas consagradas.
Veloz con el pie y con la cabeza, Mata se instala entre las líneas y es capaz de desequilibrar con su regate, de romper a las zagas con el último pase. Sabe mezclar al primer toque, llega fácil desde la segunda línea y prefiere acelerar los partidos que ponerle pausa. Internacional en todas las categorías, general capataz en el Valencia y revolución sensata del Chelsea –nadie puso en duda su titularidad en la final de la Champions lograda y en el club no ponen filtro a sus entrevistas como al resto de los jugadores-, ahora se postula para la titularidad también en la selección, por más que apenas haya hueco. El postgrado londinense le ha sentado de maravilla.
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