El fútbol español disfruta del mejor momento de su historia y Asturias participa de él a lo grande, como quedará de relieve en el Campeonato de Europa de selecciones que comienza el viernes en Polonia y Ucrania. Dos jugadores tan jóvenes como brillantes, Santiago Cazorla y Juan Mata, mantienen la cuota del Principado en los grandes acontecimientos. Falta David Villa, el máximo goleador histórico de la selección, capaz de atraer la atención de todo el mundo sobre Tuilla por sus aportación en la Eurocopa de 2008 y el Mundial de 2010. Durante un mes, Llanera (Cazorla) y Oviedo (Mata) tomarán el relevo para seguir los pasos de sus renombrados vecinos. Pero nadie de forma tan cercana como sus familiares, los que desde pequeños les arroparon y fueron disfrutando de su ascenso hasta la cumbre. Son ellos (padres, hermanos, abuelos, primos) los que mejor pueden descubrir la otra cara de dos chavales admirables por mucho más que su habilidad para relacionarse con un balón de fútbol.
Juan Mata nació en Burgos porque su padre, del mismo nombre, jugaba en 1988 en el equipo castellano. Pero a los dos años la familia ya vivía en Oviedo y tanto Juan como su hermana Paula crecieron a caballo entre la casa de sus abuelos maternos, en Buenavista, y paternos, en Llamaquique. Por eso, a nadie extrañó que el martes 22 de mayo, en la inauguración del parque que lleva el nombre del futbolista del Chelsea, Juanín se mostrara especialmente cariñoso con ellos.
Mata es uno de los mayores estímulos para Manuel García, el padre de su madre, Marta. Futbolero como es, Manolo disfruta cada partido de su nieto, pero no de ahora, que es reconocido como uno de los mejores jugadores del mundo. Ya cuando empezaba a jugar en fútbol sala, en el polideportivo del Cristo, sabía que lo de Juanín era algo serio. «Es lo que me da la vida. Él y los demás nietos», puntualiza Manuel García, que por encima de las condiciones futbolísticas de Mata sitúa las humanas: «Como persona, no lo hay mejor».
Aparte de sus padres, Juan y Marta, Manuel García y la abuela materna, Josefina Rodríguez, son los que más saben de los primeros pasos de «Juanín», como le siguen llamando. «Ni en casa se separaba del balón», cuenta Josefina. «Iba por el pasillo dándole toques, sin dejarlo caer, y lo tenía siempre al lado cuando se sentaba en el salón e incluso en la cama». Y todo eso sin renegar de los libros: «Siempre tuve que estar detrás de mis hijos para que estudiaran. Con Juan y su hermana Paula no me hizo falta». El ahora futbolista era tan aplicado que incluso se ganó un viaje por Europa al destacar en un concurso organizado por el Colegio de la Gesta.
Cuando el fútbol alejó del barrio a su nieto, Josefina se conformó con seguirlo en la distancia y, a partir de su etapa en el Castilla, a ver sus partidos por televisión: «Siempre rezo para que no se lesione. Los goles ya son cosa suya. Y les pongo velas a la Virgen de Covadonga y a la del Carmen para que tenga suerte». Sólo fue al campo una vez, cuando vino con el Castilla a El Molinón, y se llevó un buen chasco, ya que el entrenador del filial madridista, Míchel, lo dejó en el banquillo: «Debería haber tenido en cuenta que el chaval jugaba en casa. No me pareció bien, aunque le tengo mucho cariño a su hijo, Adrián, que se lleva muy bien con Juan».
De esa etapa, en Madrid, tiene muchos recuerdos Manuel García, que cogía un autobús los fines de semana que su nieto jugaba en casa. «Lo vi flaquear un poco al pasar del juvenil al Castilla. Sobre todo cuando el entrenador del primer equipo entonces, Capello, se llevó a Rusia a unos cuantos del Castilla y se olvidó de él».
http://www.lne.es/asturama/2012/06/06/eurocopa-cercana/1252828.htm
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