Si Mata dice que quiere y el Valencia tiene asumido que no puede no querer, solo queda celebrar la boda un día u otro.
La primera vez que me di cuenta de que ya no soy un chaval —por mucho que me haga el jovenzuelo loco— fue el día que tuve en frente a Juan Mata, ese jugador que quiere renovar por el Valencia y al que el Valencia quiere renovar, que es lo mismo que eso otro que dicen en mi pueblo de que dos no pelean si uno no quiere y que quiere decir que un día u otro el Valencia y Mata irán juntos al altar para que todos los valencianistas les echemos arroz al salir de la ceremonia. Decía que ese día Mata tenía apenas 19 años y yo ya pasaba de sobra los 30, y que le miré y le dije a mi neurona preguntona: «Pero si es un crío...». Ella me dijo «no, lo que pasa es que te haces mayor, ¿no te das cuenta de que ya tienes más años que cualquiera de los jugadores del Valencia?». Ayer por la mañana me volvía dar cuenta de que ya soy mayor cuando me sorprendí a mi mismo cantando una canción de Loquillo que se llama ´quiero acariciar el rock and roll´ al tiempo que pillé a mi neurona pensando que ya no me gustan las canciones ´antisistema´ de antes —ni por supuesto las de amor—, y que ahora me gustan las canciones que me dicen lo necesario que es el rock and roll y lo prescindible que es el cuero, y me acuerdo de cuando soñaba con ser una ´rock and roll star´ y me gustaba decir aquello de que «yo tengo una banda de rock and roll» y aunque de alguna manera sigo teniendo mi banda y como Loquillo también me emborracho y lloro cuando tengo depresión, he de reconocer que ahora hay poco rock and roll, y que las lentejuelas siguen brillando demasiado. Y que sigue habiendo tipos que ya no alucinan a nadie, pero os advierto que mi mejor canción sigue sin tener precio porque mis botas conocen cómo duele el suelo, y aunque mis rugidos los vendí por cuatro perras, me queda un poco de tinta para emborronar. Volveremos a sonar por los bares...
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