Anoche cuando llegué a casa mi cuerpo respiraba diferente. En el loro del coche el Rulo y su Contrabanda sonaban mejor y el semáforo de siempre, aunque estaba rojo, me tuvo parado menos tiempo que de costumbre. Anoche, el frío era menos frío y la niebla menos blanca, que menos ´blancura´ siempre mola. Anoche era menos tarde que otras noches e incluso los de la caverna chillaban menos y parecían cuerdos y simpáticos.
Cuando llegué a casa no había nadie en la salita pero no estaba solo. La cena parecía menos fría y la cerveza Budweiser sabía mejor. Mi perro Momo me recibió más caluroso que nunca y cuando me fui a la ducha no tuve que esperar con un dedo debajo del grifo a que el agua saliera caliente. ¡Hasta me apetecía afeitarme! Me metí en la cama, todavía hacían un capítulo de Dexter y mi mujer no me puso los pies fríos en la espalda —¡y eso sí es de agradecer!—. Anoche Astérix y Obélix me hicieron reír como nunca en busca del escudo Arverno que Abraracúrcix perdió en la batalla de Alexia, donde cuenta la leyenda que comenzó el chovinismo francés porque ningún galo admite aquella derrota. Anoche no era una de esas noches para andar por esas calles, pero hubo un tipo que la hizo especial. Se llama Juan Mata. Me ha impactado ver a un jugador del Valencia hablar a los presos de la penitenciaría de Villabona y decirles a los que están en una especie de módulo voluntario de desintoxicación que «tenéis que sentiros totalmente orgullosos de haber ingresado en la Unidad por vuestra voluntad». Anoche en mi casa pensé en cómo decirle a Mata lo orgullosos que estamos de que un día dejara el Real Madrid para venirse con nosotros. Y que sea por muchos años. Un placer Juan.
http://www.superdeporte.es/carlos-bosch/2010/12/28/orgulloso-pena-mata/115184.html
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