Juan le 'robó' la final al Getafe de Pablo en 2008. No le conocía, pero le animó. Empezaba una amistad para siempre.
A. GARCÍA
Son las nueve de la mañana de un 16 de abril de 2008. Juan Mata y Pablo Hernández duermen cada uno en su hotel de concentración de Madrid. No se conocen, pero los dos se despiertan con un mismo sueño: conquistar su primer título. Nunca han hablado entre ellos. Ni siquiera las categorías inferiores de la selección les unieron. Sólo se conocen deportivamente. Por la televisión. Los dos acaban de explotar en Primera. El asturiano con el Valencia de Koeman. El castellonense, en el Getafe, de la mano de Laudrup. Habían coincidido en el campo en un Real Madrid Castilla-Cádiz un año antes, pero son dos desconocidos. Aquel día, el de la final de la Copa del Rey entre el Valencia y el Getafe, iba a unir sus vidas. Mata se dirigió a los perdedores al final del partido y les consoló. «Venga, ánimo. También la merecéis». Allí estaba Pablo. Era la primera chispa de una amistad que se iría haciendo grande con el paso de los días. Ahora, tres años después, son inseparables, como sus familias, y recuerdan aquel día entre. «¡Me debes aquella Copa, tío!». Mañana será una buena ocasión para empezar a devolvérsela, aunque para eso hay eliminar al Villarreal en El Madrigal tras el empate de Mestalla. «¡De acuerdo!»
Mata le quitó la Copa del Rey al que años más tarde sería su mejor amigo del vestuario del Valencia. El asturiano, el héroe de aquel título con los goles al Atlético y al Barcelona, marcó el primer gol y lloró de alegría al final del partido. El castellonense se echó las manos a la cabeza y lloró de tristeza. A Juan le dolió por Granero y por De la Red. Todavía no sabía que con el tiempo le iba a doler también por aquel ´24´ del Getafe. Antes del partido sólo les unía una persona. El ex del Valencia que también formó parte de la expedición blanquinegra al Vicente Calderón, David Lombán. Era íntimo de Juan desde el cadete del Oviedo y, a su vez, compañero en el filial de Pablo. «¡De aquellas no lo conocía! Recuerdo que fui a hablar con los ex compañeros con los que había coincidido y que intentabas animar a la gente del Getafe tuvieras relación o no. A veces, en esas ocasiones, sobran las palabras. Yo tuve la suerte de ganar aquella Copa y Granero, De la Red, Pablo y todos aquellos grandes futbolistas no lo pudieron hacer, pero también se lo merecían. En el fútbol, por desgracia, sólo hay un ganador».
Pasan los años y el recuerdo de aquella Copa se hace más bonita para Mata. «Fue una alegría inmensa, lástima que llegara en una circunstancias extrañas porque no andábamos bien en la Liga. A nivel personal, tengo un buen recuerdo de aquella competición. Mi primer gol con el Valencia fue contra el Atlético en cuartos en el Calderón, nunca me olvidaré de la noche de semifinales contra el Barça en Mestalla cuando salimos al balcón y, como no, la final». También el recuerdo de Pablo de aquella final ha cambiado con el tiempo. El mal sabor de boca inicial se convirtió con el tiempo en la satisfacción de haber llegado hasta allí con un club pequeño como el Getafe. «Perder aquella final fue muy duro, creo que es una espinita clavada que sólo me la podré quitar si consigo ganarla. Ojalá sea este año. Fue una situación rara para mí. Mis amigos me decían en broma que me dejara, que si ganaba con el Getafe no jugaría al año siguiente la UEFA con el Valencia. Yo les decía que no, lo único que quería era ganarla. Además, tenía muchas ganas porque me lesioné diez días antes de la final y tuve casi imposible jugar. Al final hicimos hasta triple sesiones y pude tener minutos».
Un esfuerzo que a la postre serviría de bien poco. Un gol de Morientes, Alexis y el propio Mata, el que más tarde sería su mejor amigo del vestuario, rompía su sueño. «Empecé a pensar mucho y hacerme preguntas, ¿cuándo volveré a tener una oportunidad así? ¿por qué no pude ayudar más? Muchos de los compañeros con los que había coincidido en Paterna y el resto de jugadores del Valencia me animaron. En esos momentos se agradecía mucho». Uno de esas palmaditas fue de Juan. «A veces hemos recordado aquella final. Fue una pena que no la ganáramos los dos. Aquel verano Pablo se incorporó con nosotros en la pretemporada y enseguida nos entendimos y empezamos a hacer buenas migas». Con el recuerdo de aquella final de Copa que empezó a unir sus caminos en mundo del fútbol y también en sus vidas. Mañana, a diferencia de aquella noche del Vicente Calderón, sus caminos deportivos irán en la misma dirección. Como la relación de ´hermanos´ que brotó de aquella final de Copa. La Copa que unió sus vidas.
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