Sobre la mesa muchas dudas. Queramos o no, el corazón de un equipo está en la creación, de él depende mirar con fuerza al frente. Sin Éver Banega en el césped se comprobó que al Valencia no le queda más remedio que jugar en largo esperando que a Aduriz o a Soldado les llueva un balón en condiciones. Ver a Topal y a Maduro mirarse las caras sin saber qué hacer, dándole el cuero al central te pone de los nervios. Una vez o dos lo aceptamos, o si mandas en el marcador para que tu rival no tenga el balón, pero el Valencia se juega mucho para renunciar a la creación del juego. Ni regalándole un penalti logró adelantarse en el marcador, Mata lo envió a las nubes.
¿De qué sirve castigar a Banega sentándole en el banquillo? Estará mejor o peor el argentino, pero ahora es lo que tienes. Sin él Mata y Pablo intentan enlazar alguna jugada, pero todo se complica. Dan ganas de apagar el televisor o de cambiar la entrada del fútbol por una butaca en el cine. No se puede decir que el Levante se cambió los papeles con el Valencia del equipo grande por el pequeño, pero la tropa de Luis García es consciente de sus limitaciones y maximiza lo que tiene. Con lo único que no contaban era con el marcaje perfecto de Dealbert sobre Caicedo, su mejor exponente.
¿Se mutaría el Valencia como hizo hace unos días de un período al otro? Por lo visto no tuvieron tiempo suficiente para cambiarse el vestuario, eso sí, el ímpetu del Levante por ir a por la victoria beneficio al fútbol mediocre que estaban ofreciendo los chicos de Unai. Aparcaron el orden y como el Valencia no creaba en la media, se encontraron con la solución de urgencia que supone jugar al contragolpe. Se entró en una locura que sólo podía beneficiar al club grande de la ciudad, que ayer sólo llevaba en el DNI porque no lo estaba demostrando. Y en sus botas, porque la respiración de la parroquia granota evitó que Mata marcara el golazo de la jornada con una falta directa que escupió el larguero. Ahí el equipo dio un paso adelante, también en parte por el esfuerzo local que empezaba a limitar los esfuerzos. Con empate lo ideal es acabar con la última posesión a tu favor, y ahí Juan Mata dio un grito: «dejadme a mí, que yo me dejo la piel». Los grandes no se esconden cuando fallan, se rehacen y ahí Juan lo demuestra día a día. Avisó con su falta, pero no perdonó cuando su amigo Pablo le puso en un mano a mano con el portero. ¡Gracias Juan! ¿Marcó en fuera de juego? 0-1 y a casa.
http://www.superdeporte.es/valencia/2011/01/10/mata-da-paso-frente-da-triunfo-valencia/116129.html
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