Esteban Gómez
La grandeza del ser humano no recae sobre su altura, físico u otra magnitud capaz de medir su esplendor en lo personal, en su interior. En muchas ocasiones, cuando ese sentimiento se aleja por motivos laborales o de la propia vida, se crea un dolor automático, una sensación de pérdida, de impotencia.
Como viene siendo tónica los últimos veranos en el Valencia uno de sus estandartes, de los principales ídolos de la capital del Turia, de las estrellas de la plantilla valencianista hacía las maletas y encaraba la puerta de salida.
El turno era para Juan Mata. Su destino Londres para vestir la camiseta del Chelsea, donde se juntaría con el también español Fernando Torres. Un jugador de los considerados TOP, de los mejores del fútbol europeo y mundial.
Un futbolista por el que el aficionado paga una entrada, pero por encima de cualquier factor deportivo, futbolístico, una gran persona. Un ídolo que nunca faltó a su cita con la afición. Jamás mostró un no por respuesta a un autógrafo, a una fotografía. Un ídolo que actuó como tal.
Lejos de altas esferas, de jugadores inalcanzables, Juan Mata destacaba con excelentes notas dentro y fuera del campo.
Un jugador que provenía del Real Madrid llegaba con ficha de juvenil hace cuatro años a la Avenida de Aragón. Nacido en la província de Burgos, pero criado en Asturias, se siente un asturiano más.
Una progresión que le ha aupado en apenas cuatro temporadas desde su salida de Valdebebas hasta la cima mundial el pasado Mundial de Sudáfrica 2010 y, tras la salida de jugadores como David Villa o David Silva, tomó las riendas del proyecto valencianista cogiendo los galones de líder, de estrella.
El pasado verano se llevaba a cabo lo que tanto temía la afición ché. Mata dejaba las filas valencianistas, se despedía en una más que emotiva rueda de prensa en la Ciudad Deportiva de Paterna y ponía rumbo a la Premier League, a capital londinense y se enfundaba la camiseta del Chelsea. La sala de prensa repleta de periodistas, amigos y familiares. Compañeros por aquel entonces no podían evitar lágrimas de emoción pero tristeza al mismo tiempo.
Fuera esperaba la afición, ese símbolo al que nunca le faltó el respeto, momento en el que más que nunca le quisieron dar las gracias.
Cuatro años en los que lograba 46 goles en 175. Su tarea, lejos de lograr goles, es la de crear. Pura magia que junto a su siempre aparente humildad le convierten en algo más que un jugador, un ídolo para propios y contrarios. Un genio que dejó la Liga BBVA para ayudar a su club en recuperar esas deudas que tanto daño han hecho en las arcas del club de la Avenida de Aragón y que al mismo tiempo le hacían partícipe de uno de los proyectos más serios del viejo continente.
"Nos volveremos a ver en la Final de la Champions". Estas fueron las palabras del jugador español, haciendo referencia a un hipotético cruce entre ambos conjuntos a lo largo de la presente temporada.
Sin embargo, caprichos del destino, curiosidades del siempre interesante sorteo de la Fase de Grupos de la Liga de Campeones hacían que el Chelsea y el Valencia quedaran emparejados en el Grupo E, lo que presentaba un doble enfrentamiento seguro entre ambos conjuntos y suponía la vuelta de Juan Mata a la que había sido su casa hasta el pasado verano.
La vuelta del ídolo, del deseado, de uno de los jugadores que más cariño ha atraído de la afición valencianista en los últimos años. Un excelentísimo jugador que pisaría Mestalla con la camiseta de un equipo rival, un futbolista a la que la parroquia local le recibiría al unísono en un más que merecido homenaje.
http://www.goal.com/es/news/25/champions-league/2011/09/28/2684711/especial-champions-vuelve-juan-mata-vuelve-el-%C3%ADdolo-vuelve
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